
La historia del David de Miguel Ángel está plagada de anécdotas. Una de ellas tiene que ver con un cambio de perspectiva, pues después de terminada la gigante escultura le querían hacer al artista que retocara la nariz. El asunto se resolvió con una sencilla treta y una mirada desde otro ángulo. A menudo, el Señor, también nos lleva unos pasos hacia atrás y nos pide que volvamos a mirar las cosas con un enfoque diferente.
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