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Mostrando las entradas etiquetadas como Amor

Poema: Mar embravecido

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Poema: ¡Bravo, Mar embravecido!   ¡Bravo, Mar embravecido! ¡Demuestra tu bravura y fuerza! Golpea fuerte con tus olas los acantilados y sus cuevas, pues tienes días de calma y días de rabiosa marea.   Recuérdale al hombre débil tu carácter de titán, que si no se acostumbra a navegar con soberbia y prepotencia, y olvida que es solo un minúsculo cúmulo de átomos y materia en el infinito universo de energías gigantescas.   ¡Escupe espuma mientras sopla tempestad! Pronto, pasará tu cólera… Regresará el vals del océano y la luna y los playistas se bañarán sudando su bronceado con la amnesia del mortal que su conciencia ha engañado. En Fuerteventura, un 3 de abril de 2025. Juan Carlos P. Valero.

Poema: Un encuentro con Jesús lo cambia todo

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Poema: Un encuentro con Jesús lo cambia todo     No conozco mejor remedio   para los males que aquejan al mundo   que un encuentro bien sincero   con la faz del Nazareno.     Hace al débil un valiente,   al borracho y mujeriego,   un tenaz trabajador   y un marido sobrio y tierno.     Un encuentro con Jesús, pasar tiempo con su voz, descansar en su regazo   y escuchar su fiel consejo son medicina del alma   y salud a nuestro cuerpo.     ¡Que bendita gracia!   ¡Cuánta abundancia de amor!   ¡Fuerzas, paz y solaz! ¡Que derroche de luz!   Vengan depresivos, haraganes,   indecisos y truhanes,   pecadores del globo azul,   medrosos, maniáticos, cautivos, nostálgicos,   confusos, histriónicos,   enfermos, lunáticos a los brazos siempre abiertos del que murió en el madero.   ¡Vengan sin miedo ni duda (pues ya no está en una tumba)   al Cristo del gran remedio!  ...

Poema: Ven al taller del Carpintero

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Ven al taller del Carpintero   Ante el Cristo Poderoso llega este débil pecador. Al taller del buen Maestro un dolido y tembloroso.   Jesús, que dejaste trono hasta ser menesteroso, clamando “misericordia” mi vergüenza reconozco.   ¡Oh, Cristo de la pasión, en pesebre y cruz grandioso, ya no quiero amarte en parte mas con plena devoción!   Insatisfacción y escasez sin pudor me abofetean... ¿A esto Dios me llamó, diente limpio y desnudez?   Tus clavos responden: ¡No! Las marcas gritan: ¡Jamás! Si moriste en un eclipse fue para ser nuestro Sol.   Y a la luz de aquel tormento se detienen mis tormentas, y bebiendo tus lamentos se terminan mis flaquezas.   A la gracia, agradecido, reclamo vida abundante, pleno de gozo y poder traigo un canto renacido:   ¡Humanos del mundo roto, vengan al Resucitado, acérquense al Carpintero que su amor lo arregla todo! Juan Carlos P. Valero 09-02-2025

Cuento: Las dos ayas

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Aquí tienes el cuento en audio: Y también en vídeo:     Cuento: Las dos ayas      Uno, dos, tres aldabonazos a la puerta del palacio.       La mujer tísica, de harapientos trapos vestida y rostro tocado por tímidas arrugas que la hacían parecer mayor sin serlo, esperó unos minutos hasta que el guardián, un ángel de tamaño descomunal, abrió la perlada puerta.       —¿Quién es usted y en qué podemos ayudarla?       —Mi nombre es Engracia, pero todos me llaman Gracia, y deseo una audiencia con Dios el Rey, para ofrecerle mi servicio a cambio de simple albergue. —El ángel la repasó de arriba abajo y tal fue su expresión de escepticismo que la dama añadió—. Aquí donde me ve, soy fuerte y trabajadora. Nadie jamás se ha arrepentido de contratarme. Nunca me canso, soy generosa y esmerada. Cuido niños, cocino, atiendo ancianos. Como profesora he enseñado...       —Basta, basta —la interrumpió el portero—. Aguard...

Poema: El contacto de tu mano

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Poema: El contacto de tu mano   Jesús, no sueltes mi mano que sin tu contacto caigo. ¿El peligro? ¿Negarte? Ya no. Es deslizarme al abismo, al vacío de mi existencia, allí donde la soledad tiene fuerza de Leviatán y sombras: lúgubres formas proyectadas por alas, ángeles caídos, desgraciada tiniebla. Aprieta fuerte mi mano, Señor, que tu presencia a mi lado aleja fantasmas del pasado, me infunde cálida paz, y abrigo... Hay frío, pero ya no vence. Hay guerra, mas no me envuelve. El mundo sigue girando, frenético, mareando a sus moradores sin que nadie gobernarlo sepa. Yo también siento náuseas... Aprendí a caminar aferrado cual padre con niño a tu mano. No dejes, Señor, que deje de tocarte, pues tu virtud es mi resistencia. Dicen: “¡Los últimos tiempos!”. Yo también lo pienso, entonces, ¡probados seréis moradores del orbe! Maldad veremos y engaño sin par. Recuerda que prometiste estar todos los días hasta el fin. ¡Lidéranos! ¡Te necesitamos aquí! Si batallo tras tu bandera, quizá per...