Carro de Israel 1

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Dios en su Palabra nos habla a través de símbolos o figuras. Carros de Israel y su gente de a caballo es una de ellas.

Con la confianza de que  "Las cosas secretas pertenecen al SEÑOR nuestro Dios, mas las cosas reveladas nos pertenecen a nosotros y a nuestros hijos para siempre..." (Deuteronomio 29:29), vamos a apropiarnos de una poderosa revelación:

1. LOS CARROS ERAN ARMAS DE GUERRA
En el mundo antiguo tener un carro (o carruaje) era algo importante. Eran vehículos de gran utilidad para el trabajo o el transporte de personas. En muchas ocasiones el montar en un bello carro era una clara señal de poder o riqueza (Génesis 41:43-46). Pero no nos queremos centrar en esos usos en esta ocasión. En la Escritura hay un predominio de la referencia bélica a la hora de hablar de carros. Por todo el Antiguo Testamento encontramos carros de guerra, quizás de hierro o de madera, tirados por uno o más caballos, normalmente montados por un sólo hombre, pero casi siempre son contados como uno de los recursos más estratégicos de un ejército. El tener un buen número de carros indicaba el poderío de un pueblo y su capacidad de atacar o defenderse frente a otros ejércitos.
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  • Cuando salgas a la batalla contra tus enemigos y veas caballos y carros, y pueblo más numeroso que tú, no tengas temor de ellos; porque el SEÑOR tu Dios que te sacó de la tierra de Egipto está contigo. Deuteronomio 20:1
  • El SEÑOR estaba con Judá, que tomó posesión de la región montañosa, pero no pudo expulsar a los habitantes del valle porque éstos tenían carros de hierro. Jueces 1:19.
  • Y los filisteos se reunieron para pelear contra Israel: treinta mil carros, seis mil hombres de a caballo y gente tan numerosa como la arena a la orilla del mar; y subieron y acamparon en Micmas, al oriente de Bet-avén. 1ª Samuel 13:5.
  • Mas de los hijos de Israel Salomón no hizo esclavos, porque ellos eran hombres de guerra, sus servidores, sus príncipes, sus capitanes, los comandantes de sus carros y sus hombres de a caballo. 1ª Reyes 9:22.
  • Pues a Joacaz no le había quedado del ejército más que cincuenta hombres de a caballo, diez carros y diez mil hombres de a pie, porque el rey de Aram los había destruido y los había hecho como polvo de trilla. 2ª Reyes 13:7.
  • Y Ben-adad, rey de Aram, reunió todo su ejército, y tenía con él treinta y dos reyes con caballos y carros; y subió, sitió a Samaria y peleó contra ella. 1ª Reyes 20:1.
Fijaos cómo en estos pasajes (hay muchos más) el poderío militar está directamente relacionado con tener o no tener carros.

2. "NO CONFIÉIS EN CARROS"
Por lo que hemos expuesto anteriormente podemos entender la advertencia que Dios le da a su pueblo sobre no poner su confianza en los carros. Es decir, los hijos de Dios no podemos basar nuestra seguridad y esperanza de victoria en el poderío terrenal o en la riqueza, en recursos o armas de los hombres. Esto sería desplazar nuestra confianza de la seguridad inquebrantable que hallamos arriba (en Dios) a lo débil y pasajero de aquí abajo (lo terrenal).
Algunos confían en carros, y otros en caballos; mas nosotros en el nombre del SEÑOR nuestro Dios confiaremos. Salmo 20:7.
El rey no se salva por gran ejército; ni es librado el valiente por la mucha fuerza. Falsa esperanza de victoria es el caballo, ni con su mucha fuerza puede librar. Salmo 33:16-17.
Notemos cómo el Señor reprende a Israel por haber hecho justo lo contrario, a pesar de haberles demostrado que esta palabra no es teoría o bella retórica, ya que les salvó una y mil veces en condiciones totalmente desventajosas:
¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda! En los caballos buscan apoyo, y confían en los carros porque son muchos, y en los jinetes porque son muy fuertes, pero no miran al Santo de Israel, ni buscan al SEÑOR. Isaías 31:1.
3. EN EL EJÉRCITO DE DIOS TAMBIÉN HAY CARROS
Además de contar con el brazo todopoderoso de Dios, Creador de lo visible e invisible, el Señor cuenta con un ejército angelical compuesto por miríadas de miríadas, que están a favor de los hijos de Dios para darles victoria y para ejecutar los planes del Señor.
Pues bien, en ese ejército hay carros también, sólo que mucho más poderosos que los de la tierra; son carros de fuego, que vuelan, que operan en el ámbito espiritual y, cómo no, también en el natural.
Leeremos más adelante aquel instante en la historia sagrada cuando Elías fue llevado al cielo por un carro de fuego, pero sirva ahora como prueba y referencia aquel otro incidente de Eliseo contra los arameos:
Y cuando el que servía al hombre de Dios se levantó temprano y salió, he aquí que un ejército con caballos y carros rodeaba la ciudad. Y su criado le dijo: ¡Ah, señor mío! ¿Qué haremos? Y él respondió: No temas, porque los que están con nosotros son más que los que están con ellos. Eliseo entonces oró, y dijo: Oh SEÑOR, te ruego que abras sus ojos para que vea. Y el SEÑOR abrió los ojos del criado, y miró, y he aquí que el monte estaba lleno de caballos y carros de fuego alrededor de Eliseo. 2ª Reyes 6:15-17.
Personalmente no creo que Eliseo estaba viendo a los ángeles de Dios (me explico). Eliseo ya conocía del poder de Dios y de aquellos carros de fuego que militaban en el ejército celestial (casi le atropella uno cuando su señor le fue arrebatado, 2ª Reyes 2:11); además este hombre de Dios caminaba en una dimensión de fe y no de vista. Pero Dios nos ha dejado una escena impresionante en este pasaje, abriendo el mundo espiritual y contrastándolo con el natural. Me imagino a dos solitarios hombres frente a todo un ejército arameo con caballos y carros ¡Qué situación tan imposible! De pronto los ojos del criado son abiertos (y los nuestros a la vez que los suyos) para ver todo el monte cubierto de un ejército mucho más numeroso, y todo él prendido en fuego, rodeándolos para pelear a su favor ¡Cómo cambia la escena!

En otra hazaña divina, donde Eliseo vuelve a ser protagonista, otro campamento militar, mayor aún, es derrotado por el ejército de Dios. ¿Cómo?  en la noche, y para sorpresa de sus enemigos hicieron ruido. ¿Te puedes imaginar miles de ángeles (en carros muchos de ellos) pasando como un ciclón  sobre aquellos hombres que huían despavoridos? Resulta hasta cómico, pero así fue:
Porque el Señor había hecho que el ejército de los arameos oyera estruendo de carros y ruido de caballos, el estruendo de un gran ejército, de modo que se dijeron el uno al otro: He aquí, el rey de Israel ha tomado a sueldo contra nosotros a los reyes de los hititas y a los reyes de los egipcios, para que vengan contra nosotros. Por lo cual se levantaron y huyeron al anochecer, y abandonaron sus tiendas, sus caballos y sus asnos y el campamento tal como estaba, y huyeron para salvar sus vidas. 2ª Reyes 7:6-7.

Me regocijo al pensar en la de carros y caballos que Dios tiene diariamente peleando en nuestras batallas. Algún día espero que Dios nos lo muestre. Será una película mejor que cualquiera de Hollywood.

En el ejército del Reino, Dios no sólo aparece como el comandante. En más de una ocasión ha querido revelarse como un excelente auriga que cabalga teniendo a las nubes como carroza y al viento como caballo alado. ¡Ese es nuestro Dios! Le gusta montar en carro (no se te olvide este dato).
El es el que pone las vigas de sus altos aposentos en las aguas; el que hace de las nubes su carroza; el que anda sobre las alas del viento;
que hace de los vientos sus mensajeros, y de las llamas de fuego sus ministros.
Salmo 104:3-4.

4. LAS BATALLAS ALECCIONADORAS DE LA BIBLIA
Merece la pena detenernos en algunas de esas victorias que engalanan el pasado de Israel, sobre todo para poner frente a frente los carros humanos y los celestiales.
Los carros del hombre vienen a significar para nosotros el poder y la capacidad del ser humano en su máxima expresión. Hoy en día serían los submarinos nucleares o los aviones ultra veloces dotados del armamento más letal. Sea como fuere, está expresada la sabiduría y el desarrollo de la criatura, en su afán de dominar, de prevalecer contra otros. Claro está que llevándolo a un plano más simbólico los carros humanos son los sistemas del reino de los hombres, la planificación racional aparte del consejo de Dios, la fuerza y riqueza terrena, hasta los ministerios que basan su suficiencia en métodos de carne y sangre y no en Dios. 
Te dejo para tu lectura algunos pasajes en los que Dios vence a la religión, a la política, al Reino de Tinieblas, a la codicia, al orgullo intelectual, en definitiva, a todo lo que se opone a los propósitos del Altísimo:
  • Faraón con sus carros contra una 'indefensa' nación hebrea: Éxodo 14:5-9, 17-18, 23-28; 15: 4, 19. 
  • Sísara y Jabín (con sus 900 carros) contra un pueblo oprimido, Israel: Jueces 4: 2-8, 15-16.
  • Jonatán y su escudero dispersando a los filisteos y sus ¡30.000 carros!: 1ª Samuel 13:5-6, 22-23; 14:6, 12-16.
Con este repaso a gestas de fe, pero sobre todo a victorias que han quedado escritas en páginas imborrables para todas las edades, debemos preguntarnos: ¿Hemos aprendido a confiar en Dios (en sus carros y caballos) o miramos con el rabillo del ojo a otras cosas que puedan ayudarnos? ¿Padecemos el mismo mal de Israel: olvidar lo del pasado y tropezar en la misma piedra generación tras generación?

Porque eso que hizo antaño es más que hitos dorados en los anales de la Historia. Se trata de un mensaje que los hijos de Dios (ahí nos incluimos todos los creyentes) debían grabar en su memoria para enfrentar cualquier desafío en su corto peregrinar por esta tierra: "No les temáis, porque el SEÑOR vuestro Dios es el que pelea por vosotros." Deuteronomio 3:22.

Si dijeras en tu corazón: "Estas naciones son más poderosas que yo, ¿cómo podré desposeerlas?", no tengas temor de ellas; recuerda bien lo que el SEÑOR tu Dios hizo a Faraón y a todo Egipto:  las grandes pruebas que tus ojos vieron, las señales y maravillas, y la mano poderosa y el brazo extendido con el cual el SEÑOR tu Dios te sacó. Así el SEÑOR tu Dios hará con todos los pueblos a los cuales temes. Deuteronomio 7:17-19.
"Saqué a vuestros padres de Egipto y llegasteis al mar, y Egipto persiguió a vuestros padres con carros y caballería hasta el mar Rojo.
"Pero cuando clamaron al SEÑOR, El puso tinieblas entre vosotros y los egipcios, e hizo venir sobre ellos el mar, que los cubrió; y vuestros propios ojos vieron lo que hice en Egipto. Y por mucho tiempo vivisteis en el desierto... Ahora pues, temed al SEÑOR y servidle con integridad y con fidelidad; quitad los dioses que vuestros padres sirvieron al otro lado del río y en Egipto, y servid al SEÑOR. Y si no os parece bien servir al SEÑOR, escoged hoy a quién habéis de servir: si a los dioses que sirvieron vuestros padres, que estaban al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa, serviremos al SEÑOR.

Josué 24:6-7, 14-15.

5. "LOS CARROS DE ISRAEL Y SU GENTE DE A CABALLO"
Llegamos a un punto muy importante de nuestra enseñanza en el que Dios toma esta figura tan poderosa del carro de guerra y traslada todo lo que representa al ámbito espiritual. No, no me estoy refiriendo ahora a los carros de fuego y a los ejércitos celestiales. Estoy hablando de liderazgo, de hombres de Dios que llegaron a ser descritos con este símil: "los carros de Israel y su gente de a caballo".

¿No resulta sumamente interesante que denominen a dos profetas (que tenían el mismo espíritu) con esta figura tomada del ámbito militar? Además justo cuando Elías está siendo llevado al cielo su discípulo, Eliseo, así lo llama; y cuando el rey Jeoás se entera de que Eliseo está muriendo aquejado de una grave enfermedad lo va a buscar  y lo llama de la misma manera. Yo no creo que Jeoás lo tenía preparado, ni tampoco usó de inspiración poética para llamar a Eliseo tal y como éste le gritó por última vez a su maestro. A mi humilde modo de ver tanto Eliseo como Jeoás dijeron esto bajo la inspiración del Espíritu Santo. Jeoás estaba diciéndole al hombre de Dios: "¡tú eres la potencia de Israel y su fuerza salvadora! si tú mueres estaremos perdiendo más que si desaparecieran todas las armas de guerra con las que contamos. Sin ti ¿cómo vamos a vencer a los arameos? ¿no podrás hacer algo por nosotros antes de que mueras?". Por otra parte lo que declaró Eliseo fue el epitafio de Elías, el resumen de toda una vida. Elías no tenía tumba, pues el Señor se lo llevó sin ver muerte, pero si la hubiese tenido no hallo nada mejor para escribir en ella. Leamos los versículos para recordar ambos incidentes:
Y aconteció que mientras ellos iban andando y hablando, he aquí, apareció un carro de fuego y caballos de fuego que separó a los dos. Y Elías subió al cielo en un torbellino. Lo vio Eliseo y clamó: Padre mío, padre mío, los carros de Israel y su gente de a caballo. Y no lo vio más. Entonces tomó sus vestidos y los rasgó en dos pedazos. 2ª Reyes 2:11-12.
Cuando Eliseo se enfermó con la enfermedad de la cual había de morir, Jeoás, rey de Israel, descendió a él y lloró sobre su rostro, y dijo: ¡Padre mío, padre  mío, los carros de Israel y sus hombres de a caballo!  2ª Reyes 13:14.
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Estos profetas fueron verdaderas fuerzas desequilibrantes para cualquier enemigo que se enfrentase a Israel. Tenían autoridad de parte de Dios para abrir y cerrar cielos; para hacer huir ejércitos; para confundir naciones; y determinar tiempos. Eran tan influyentes que sin duda cualquier rey en sus cabales hubiera querido tenerlos como aliados y consejeros y no como enemigos.

¡Qué pérdida tan grande cuando el Señor se los llevó! Aunque no en iguales proporciones. Si os fijáis bien la expresión que estamos estudiando no se pronunció  con la misma intensidad en labios de Eliseo que en labios de Jeoás. En el segundo pasaje aparece entre exclamaciones. ¿Para qué? Para acentuar el dolor que había en el rey, o la consternación de la nación, al perder al profeta Eliseo. En el primer caso no hay exclamaciones, quizás porque no había el mismo sentir. Cuando Elías fue llevado al cielo quedaba un Eliseo con la doble porción de su espíritu. Pero, lamentablemente, cuando falleció Eliseo no quedaba nadie de su calibre para continuar la obra. El dolor era mayor.

Un espíritu poderoso, una unción magna, quedaba en la tumba (de hecho Eliseo fue el único profeta que hizo un milagro después de morir al resucitar a un hombre que entró en contacto con sus huesos, 2ª Reyes 13:21); algo quedó en la tumba que no tuvo continuidad.

Veamos a estos profetas (carros de Dios) en acción en un par de incidentes:

Elías contra un rey infiel y sus soldados:
Y Ocozías se cayó por la celosía del aposento alto que tenía en Samaria, y se enfermó. Y envió mensajeros, a los que dijo: Id, consultad a Baal-zebub, dios de Ecrón, si he de sanar de esta enfermedad. Entonces el ángel del SEÑOR dijo a Elías tisbita: Levántate, sube al encuentro de los mensajeros del rey de Samaria y diles: "¿No hay acaso Dios en Israel para que vayáis a consultar a Baal-zebub, dios de Ecrón?"  Por tanto, así dice el SEÑOR: "No bajarás del lecho al que has subido, sino que ciertamente morirás." Entonces Elías se fue.
Cuando volvieron los mensajeros al rey, él les dijo: ¿Por qué habéis vuelto?
Y ellos respondieron: Un hombre subió a nuestro encuentro y nos dijo: "Id, volved al rey que os envió, y decidle: 'Así dice el SEÑOR: "¿Acaso porque no hay Dios en Israel envías a consultar a Baal-zebub, dios de Ecrón? Por tanto, no bajarás del lecho al que has subido, sino que ciertamente morirás."'"
Y él les dijo: ¿Qué aspecto tenía el hombre que subió a vuestro encuentro y os habló estas palabras?
Ellos le respondieron: Era un hombre cubierto de pelo, con un cinturón de cuero ceñido a sus lomos. Y él dijo: Es Elías tisbita.
Entonces el rey envió a él un capitán de cincuenta con sus cincuenta hombres. Y éste subió a él, y he aquí, Elías estaba sentado en la cumbre del monte, y le dijo: Hombre de Dios, el rey dice: "Desciende." Respondió Elías y dijo al capitán de cincuenta: Si yo soy hombre de Dios, que descienda fuego del cielo y te consuma a ti y a tus cincuenta. Entonces descendió fuego del cielo, y lo consumió a él y a sus cincuenta.
De nuevo envió a él otro capitán de cincuenta con sus cincuenta que le habló y le dijo: Hombre de Dios, así dice el rey: "Desciende inmediatamente."
Y respondió Elías y les dijo: Si yo soy hombre de Dios, que descienda fuego del cielo y te consuma a ti y a tus cincuenta. Entonces el fuego de Dios descendió del cielo y lo consumió a él y a sus cincuenta.
De nuevo el rey le envió al tercer capitán de cincuenta con sus cincuenta. Y cuando el tercer capitán de cincuenta subió, vino y se postró de rodillas delante de Elías y le rogó, diciéndole: Hombre de Dios, te ruego que mi vida y la vida de estos cincuenta siervos tuyos sean preciosas ante tus ojos.
He aquí que ha descendido fuego del cielo y ha consumido a los dos primeros capitanes de cincuenta con sus cincuenta; mas ahora, sea mi vida preciosa ante tus ojos. 
Entonces el ángel del SEÑOR dijo a Elías: Desciende con él y no le tengas miedo. Se levantó Elías y descendió con él al rey,
y le dijo: Así dice el SEÑOR: "Por cuanto has enviado mensajeros a consultar a Baal-zebub, dios de Ecrón, ¿acaso porque no hay Dios en Israel para consultar su palabra?, no bajarás por tanto del lecho al que has subido, sino que ciertamente morirás." Ocozías murió conforme a la palabra del SEÑOR que Elías había hablado. Y Joram reinó en su lugar en el año segundo de Joram, hijo de Josafat, rey de Judá, porque Ocozías no tenía ningún hijo.
2ª Reyes 1:2-17.

Eliseo frente al ejército de los arameos:
Y el rey de Aram estaba en guerra con Israel; y consultó con sus siervos, diciendo: En tal y tal lugar estará mi campamento. Y el hombre de Dios envió palabra al rey de Israel, diciendo: Guárdate de no pasar por tal lugar, porque los arameos van a bajar allí. Entonces el rey de Israel envió gente al lugar que el hombre de Dios le había dicho; así que, al prevenirlo él, se cuidó de ir allí, y esto no una ni dos veces. 
Y se enfureció el corazón del rey de Aram por este hecho; y llamando a sus siervos, les dijo: ¿No me vais a revelar quién de los nuestros está a favor del rey de Israel? Y uno de sus siervos dijo: No, rey señor mío, sino que Eliseo, el profeta que está en Israel, le dice al rey de Israel las palabras que tú hablas en el interior de tu alcoba.
Y él dijo: Id y ved donde está, y enviaré a prenderlo. Y le avisaron, diciendo: He aquí, está en Dotán.
Entonces envió allá caballos, carros y un gran ejército; y llegaron de noche y cercaron la ciudad. Y cuando el que servía al hombre de Dios se levantó temprano y salió, he aquí que un ejército con caballos y carros rodeaba la ciudad. Y su criado le dijo: ¡Ah, señor mío! ¿Qué haremos?
Y él respondió: No temas, porque los que están con nosotros son más que los que están con ellos. Eliseo entonces oró, y dijo: Oh SEÑOR, te ruego que abras sus ojos para que vea. Y el SEÑOR abrió los ojos del criado, y miró, y he aquí que el monte estaba lleno de caballos y carros de fuego alrededor de Eliseo. Cuando descendieron hacia él los arameos, Eliseo oró al SEÑOR, y dijo: Te ruego que hieras a esta gente con ceguera. Y El los hirió con ceguera conforme a la palabra de Eliseo.
Entonces Eliseo les dijo: No es éste el camino, ni es ésta la ciudad; seguidme y yo os guiaré al hombre que buscáis. Y los llevó a Samaria.
Y sucedió que cuando llegaron a Samaria, dijo Eliseo: Oh Señor, abre los ojos de éstos para que vean. Y el SEÑOR abrió sus ojos y vieron; y he aquí que estaban en medio de Samaria.
2ª Reyes 6:8-20.

6. ¿CARROS DE ISRAEL PARA HOY?
Como os imaginaréis la pregunta es retórica. Efectivamente, Dios ve a sus siervos y siervas como  la potencia de su Iglesia y su fuerza salvadora.

Bienaventurado el pueblo que cuenta con líderes fieles y consagrados, que pesan en la balanza lo que deben de pesar y no son hallados faltos, que tienen autoridad espiritual de manera que son una baza para la victoria del Reino en sus guerras de hoy.

Es más, así como a la primera venida del Mesías le precedió el regreso del espíritu de Elías en la persona de Juan el bautista, de cara al regreso de Cristo sucederá igual. Efectivamente, en los tiempos del fin el Señor levantará una iglesia profética, poderosa, que no dobla su rodilla a Baal, y que abre los cielos.

Si al Elías primigenio se le llamó 'carros de Israel', a su sucesor (Eliseo), quien funcionó con el mismo espíritu, también. ¿Qué crees que sucederá con la 'Iglesia Elías' que Dios está formando? Y más concretamente ¿Cómo serán los hombres y mujeres de Dios que lideren a ese pueblo? Sé que el reto es grande, sobre todo al detenernos a mirar a esos dos profetas, pero  el Espíritu del Señor nos está hablando estas cosas para producirlas en nosotros: que seamos los carros de Israel y su gente de a caballo para esta generación.

No solo me estoy refiriendo a milagros (que también); Juan el bautista tenía el espíritu de Elías y no hizo milagros tan llamativos. Pero nuestra fuerza debe ser la llenura del Espíritu Santo. Nuestra influencia, a través de la Palabra de Dios, cargada de una autoridad profética. La fe robusta nuestra seña de identidad. Y el dejar discípulos, para que no se vea interrumpido el propósito de Dios, nuestra ambición en la tierra.

7. ALGUNAS CUALIDADES DEL CARRO DE ISRAEL
Para que al final de nuestros días alguien se atreva a llamarnos "carros de Israel y su gente de a caballo" (y no esté errando al hacerlo), nuestra vida debe estar marcada por algunas virtudes que nos convertirán en un poderoso instrumento del cielo.
Pero de eso (y de más cosas relacionadas con este tema) seguiremos hablando en el próximo artículo (siempre Dios mediante).

Ahora os dejo, encomendándoos a la gracia de Dios, yo el primero, y a la ayuda del Espíritu Santo, para que esta  enseñanza pueda permear nuestros tejidos y llegar a lo más profundo de nuestro ser, al hombre y la mujer interior, para que se haga vida y nos convierta en auténticos carros de Israel.

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