Cuento 4: Mensajes por todo el mundo

anciano con bastón,
Cuento número cuatro de la serie Después del Resplandor. En esta cuarta entrega aparece el personaje trascendental de Zacarías Luzón y se revela un plan para...  

(Mejor lee el cuento y sabrás más). 

 
CUENTO: MENSAJES POR TODO EL MUNDO

Mensajes por todo el mundo, similares a los que recibieron Paul y Serena o Isaac y Ágata, fueron enviados de forma simultánea y misteriosa a miles de crystales, en aquel 21 de julio de 2071. 

Lo curioso fue que todos los dispositivos pertenecían a creyentes de fe sesasenia. Los cristianos de fe sesasenia no llegaban cien mil en toda la Tierra a finales de siglo. Creían en los sesenta y seis libros de la Biblia y rechazaban secretamente la Biblia Summa impuesta por el régimen arcano, una versión reducida a cincuenta y un libros, de los que, además, habían mutilado partes que eran contrarias a sus intereses. Los sesasenios mantenían ejemplares de las Sagradas Escrituras en papel, prohibidos por Los Arcanos, pues era la base de su espiritualidad, aunque usaran la Biblia Summa para reunirse en las iglesias aprobadas por el régimen.

En los miles de mensajes que se enviaron el 21 de julio de 2071 se podían encontrar dos características en común. La primera: que eran pertenecientes a libros de la Biblia sesasenia o eran directamente secciones bíblicas censuradas por Los Arcanos. La segunda era que todos los pasajes enviados anunciaban un juicio inminente; como un gran día del Señor.

Todos los piadosos que vieron cómo sus crystales se iluminaban sin que ellos los tocaran, tras leer aquellos pasajes, se preguntaron lo mismo: ¿Quién está detrás de estos mensajes? ¿Quién quiere comunicarse con nosotros? Y ahora ¿qué se supone que debemos hacer? ¿Hay alguna instrucción oculta en estos versículos censurados?

Isaac, el esposo de Ágata, estaba convencido de que debían de ser Los Inconformes quienes estaban burlando la seguridad del gobierno y mandando aquellas citas bíblicas prohibidas. En cambio, Paul y Serena, los pastores de la colmena de insurgentes, eran de la opinión de que Los Inconformes no estaban detrás de un mensaje bíblico que anunciaba cosas que ni siquiera conocían o entendían, pues el movimiento disidente era todo menos creyente.

Las reacciones de los sesasenios alrededor del mundo eran variadas. Unos, enfermos de cobardía, comunicaron el incidente a inspectores del régimen y pidieron a los ingenieros que reparan sus crystales. Fueron los menos. El resto se quedó esperando más mensajes. Y algunos comenzaron a idear la forma de ponerse en contacto con una colmena del movimiento insurgente. Tal era el caso de Isaac y Ágata quienes, con la ayuda de Óscar, su hijo, y de Noa, la prometida de Óscar, se determinaron en salir secretamente de Urbe Meridional y encontrar a Los Insurgentes para ser parte de su movimiento. Imaginaban que la vida en la colmena podría ser un oasis en medio de la podredumbre moral de aquella sociedad de finales del siglo XXI.

En cambio, Paul y Serena, preocupados por la nueva iniciativa de espionaje ingeniada por Séneca, el patriarca rebelde, empezaban a plantearse la posibilidad de salir de la colmena y buscar su anhelada libertad en otras latitudes. La pregunta era ¿dónde? ¿Y qué harían con su pequeña congregación, la que pastoreaban contra todo pronóstico en un ambiente tan hostil como la comunidad de inconformes en el desierto sur de la península ibérica? Y en estas inquisiciones se hallaba el matrimonio cuando un nombre les vino al pensamiento: Zacarías Luzón.


Aunque estaban en la intimidad de su apartamento, en el nivel 4 de la antigua mina convertida en colmena, no se sentían seguros. Habían pasado solo tres días desde que vieron a la cucaracha robot espiándolos en la capilla. A raíz de esta invasión de su privacidad cualquier tema sensible o que pudiera comprometerlos era tratado en su habitación y comunicándose a través de los crystales, con las diademas en modo escritura.

Todo lo que pensaban pasaba a sus diademas y, al instante, aparecía escrito en la lámina rectangular de transcato llamada crystal. El transcato era un material descubierto por Zacarías Luzón, que había revolucionado la industria de la informática por su versatilidad y eficiencia a la hora de trabajar con él para conducir datos, conservar energía o acumular información.

Paul envió su pensamiento al crystal de Serena.

-¡Zacarías Luzón, Serena! -escribió Paul- Solo él podría dominar la tecnología crystaloide y, a la vez, querer mandar un mensaje así.

-¿Zacarías? -Serena, usando su diadema mandaba su pensamiento al crystal de Paul - ¿Crees que estará vivo aún? ¿Cuántos años tendrá?

-No lo sé... Cuando coincidimos con él ya era mayor; tendría unos setenta y pocos -contestó Paul, haciendo un esfuerzo por recordar.

-Así que, ahora superaría los cien años, Paul -escribió Serena.

-Ya... ¿Pero se te ocurre otra persona con principios sesasenios y que pueda hackear nuestros crystales?

Serena pensó unos instantes y negó con la cabeza.

-No... Solo el artífice de la tecnología crystaloide podría haberse reservado alguna forma de enviar un mensaje burlando el control de Los Arcanos -mandó escribir Serena.

-Y no solo el control arcano... Burlando a Los Inconformes también -añadió Paul -. No olvides que la colmena está blindada para que nadie pueda abrir una brecha en su seguridad, y a nosotros nos llegó el mensaje.

-Zacarías... -repitió Serena mirando a su esposo con gesto de incredulidad- ¿Pero por qué ahora, Paul? Treinta años después de que lo cesaran...

-No lo sé... Quizás ahora han bajado la vigilancia porque lo consideran un viejo inofensivo... -Paul se encogía de hombros y fantaseaba sobre lo que podía estar ocurriendo, aferrándose a su hipótesis con más fe que lógica-. En el momento en el que Zacarías se apartó del proyecto, porque...

-No se apartó, lo cesaron - le interrumpió Serena.

-Ya, ya... Pero fue porque él no quería seguir colaborando con Los Arcanos. Supo del proyecto Summa Biblia y vio cómo comenzábamos a programar a los robots predicadores... Se dio cuenta de que sus inventos acabarían al servicio de la tiranía.

-¡Pero lo dejaron con vida! -Serena iba recordando cada vez con más claridad.

-En aquel tiempo no habían mostrado su verdadera cara aún... Fue antes del Resplandor. Todos creíamos que eran la solución a los problemas del Planeta. - Paul hizo una pausa ya que dudó en escribir su sospecha-. ¿Sabes, Serena? Siempre he creído que Zacarías dejó algún tipo de jaque mate contra la tecnología crystaloide como su protección, por si intentaban hacerle daño... Y, quizás, llegaron a un acuerdo: le permitirían acabar sus días en un retiro cómodo y él, por su parte, no atacaría sus sistemas -sentenció Paul.

-Tiene sentido -afirmó Serena tras meditarlo un minuto-. ¿Y crees que ahora, que ve cerca su muerte, ha decidido hacer algo?

-No lo sé, cariño. Si supiésemos algo más... ¿Ha mandado este mensaje a otra gente? ¿Volverá a escribirnos?

-Hay algo que sí sabemos, Paul, que no le ha llegado el mensaje a nadie más de nuestra congregación ni de la colmena -escribió Serena.


Paul se levantó de la cama y fue a darse una ducha. Tenía la teoría de que el agua refresca también las ideas. Tanto él como Serena aprovecharon la pausa para pedir, en oración, dirección al Señor.

Cuando Paul salió del minúsculo baño, secándose con la toalla, encontró a Serena dando cortos paseos por el apartamento, nerviosa y señalándole a su crystal. Le rogó que leyera lo que iba escribiendo a toda velocidad con su diadema.

-Paul... Se me ha ocurrido algo. ¿Qué tal si le proponemos a Pirro que nos deje ir a la residencia donde Zacarías se retiró? Podríamos alegar que se nos ha ocurrido contactar con el padre de los crystales... Que nosotros somos sus amigos. Le contaremos cómo trabajamos juntos en las ágoras del saber arcano... Que creemos que Zacarías puede hackear los crystales, así como hackeamos a los robots pastores. Que solo nosotros podríamos convencer a Zacarías...

-¡Entiendo! -la detuvo Paul, escribiendo con el pensamiento de su diadema en el crystal de Serena- ¡Pero cuando contactemos con Zacarías podremos descubrir si es él quien ha mandado el mensaje! Y unirnos para cualquier plan que haya ingeniado.

-¡Exacto! -dijo Serena en voz alta, abrazando a su esposo con esperanza.


En el mundo de después del Resplandor la esperanza era el bien más escaso y, por lo tanto, el más preciado. Tener esperanza en lograr algo, aunque las posibilidades fuesen mínimas, era ya de por sí una conquista. Por eso, no transcurrieron ni dos horas cuando Paul y Serena se encontraban en el despacho de Pirro, el máximo líder de la colmena, proponiéndole un nuevo golpe a Los Arcanos.


-Ya veo... Entiendo, entiendo... -dijo Pirro pensativo después de oír la propuesta de los pastores- Así que creéis que el tal Zacarías Luzón puede estar vivo...

-Y sabemos dónde está la residencia en la que lo confinaron- añadió Paul.

Pirro acariciaba su barba, pensativo. Estaba sentado en su sillón blanco; parapetado tras una mesa metálica, también blanca; con la mirada perdida en el techo de su gran despacho; y con su lugarteniente, Séneca, de pie, a su lado.

-¡Me gusta la idea, Séneca! -gritó finalmente entusiasmado-. ¡Otro golpe a Los Arcanos, afectando algo tan importante como los crystales! ¿Qué dices, Séneca? ¿Les damos este voto de confianza a los únicos pastores inconformes que conozco?

Séneca miraba a Paul y Serena con la sospecha del detective que sigue una pista. No compartía el optimismo de Pirro.

-No sé, señor. Es demasiado arriesgado. ¿Quién nos asegura que el tal Zacarías Luzón está vivo? Y si lo está, ¿seguirá en esa residencia donde creen que lo retiraron? Y si sigue allí, ¿querrá colaborar con nosotros?... Por otra parte, ¿cómo podemos saber que Paul y Serena volverán a la colmena con el viejo?

-Umm... Muchas preguntas, la verdad- dijo Pirro con una sonrisa desconcertante-. Quizás podemos hacer que una amiguita nuestra les acompañe en el viaje...

En ese momento el patriarca jefe se puso en puso en pie y extendió el brazo derecho en dirección hacia Paul y Serena, que estaban sentados del otro lado de la mesa. Los pastores se asustaron al ver cómo una cucaracha salía correteando por la manga de la camiseta de Pirro, bajaba hasta la mano y se quedaba detenida en su palma, moviendo las antenas y mirando al matrimonio.

Paul y Serena se sentían más insectos que el pequeño robot, pues Pirro era igual de alto y corpulento que Séneca, solo que de barba y pelo castaños, y los patriarcas parecían más grandes y poderosos que lo habitual, parados frente a ellos, mientras reían despiadadamente al ver la cara de susto de la pareja.

-Yo creo que nuestra amiguita espía no es suficiente garantía -dijo Séneca entre carcajada y carcajada-. Pero podemos mandar a Ulises con algunos hombres, y si el tal Zacarías sigue vivo vendrá a la colmena, quiera o no quiera.


Y así quedó zanjado el asunto. Paul y Serena dieron todos los datos que tenían sobre el paradero y la apariencia de Zacarías, y al día siguiente marcharon, Ulises, el capitán más eficiente de la colmena, con dos combatientes expertos, para capturar y traer sano y salvo al inventor de la tecnología crystaloide.

¿De qué forma incursionarían en Urbe Septentrional, donde estaba la residencia, y lograrían moverse sin ser descubiertos? Para Paul y Serena era un misterio más. Se sumaba a la complicación de la misión que debían regresar con un anciano, que de estar vivo, podría tener los achaques propios de su edad. Lo único que le quedaba, al devoto matrimonio, para sentir que colaboraban en algo era orar y pedir al Señor un milagro. Y en eso estuvieron ocupados el resto de la semana; en eso y en sus labores comunitarias, pues tenían asignadas tareas en la colmena, además de su trabajo pastoral.

Hasta que llegó el domingo 28 de julio de 2071 y, como siempre, Paul y Serena oficiaron el culto dominical.


Mi vida en tus manos está.
Ningún ladrón podrá arrebatar
el oro que Cristo nos vino a entregar.
Es la fe mi tesoro,
es su amor mi mayor bien.
Aunque el mundo me tache de pobre
rico por siempre seré.

Cuando apenas iban por el segundo canto, la única puerta del salón de reunión se abrió y entraron dos guardias inconformes que traían en medio a un anciano.

Serena tuvo que alertar a Paul, quien alababa como de costumbre con los ojos bien cerrados, pero en cuanto vio la escena supo que habían traído con éxito a Zacarías.

Los dos soldados insurgentes conducían a un sujeto que se apoyaba en un bastón y que estaba completamente calvo y arrugado; también algo encorvado por el peso de sus más de cien años; llevaba mascarilla de oxígeno, pues no habían modificado aún sus pulmones para la vida en la colmena. Lo dejaron sentado en una de las sillas del fondo de la capilla y con el mismo sigilo con el que habían entrado salieron.

Paul no quiso poner a su viejo amigo en un aprieto saludándole en público y se limitó a seguir la reunión con la misma naturalidad con la lo hubiese hecho de no estar presente Zacarías. El anciano, por su parte, disfrutó del culto, aunque por la expresión de molestia de su cara se notaba que echaba en falta lo que todos Los Inconformes sí tenían: unos ojos modificados para poder ver en la poca luz de la colmena.


Al finalizar el servicio, Paul y Serena despidieron rápidamente a los creyentes y se quedaron a solas con Zacarías, en la capilla.

-¡Viejo amigo!

-¡Queridos hermanos, Paul y Serena!

Los tres se abrazaron efusivamente y después tomaron asiento.

-¡Sois lo único bueno que me ha sucedido en el último par de días! -dijo Zacarías con tono angustiado.

-Zacarías, lo sentimos –se disculpó Serena tomando la mano del anciano-. Que estés aquí es, en gran parte, culpa nuestra.

Paul usó su diadema en modo escritura de pensamiento e iluminó unas palabras en su crystal para que el anciano las leyera sin ser escuchados. Eran estas:

-Hermano Zacarías, ideamos un plan para contactar contigo, convencidos de que habías sido tú el que nos mandó un texto bíblico prohibido la semana pasada. ¿Estamos equivocados?

Zacarías abrió los ojos con expresión de asombro y pidió la diadema de Serena apuntando a su cabeza y a su crystal también. Serena le ayudó a colocársela y enseguida, el anciano, escribió en el dispositivo de transcato su pensamiento, para responder a Paul.

-¿Crees que nos están espiando? -preguntó Zacarías.

-Estoy prácticamente seguro. -Ahora era Paul el que mandó su pensamiento al crystal de Serena, en manos de Zacarías; y este hizo lo propio en el crystal de Paul.

-Entiendo... Las formas de Los Inconformes son más parecidas a las de Los Arcanos que lo que yo me imaginaba.

Paul y Serena asintieron con sendos movimientos de cabeza. La tristeza y decepción endurecía sus facciones, a pesar de que Zacarías no podía distinguir con detalle a sus amigos, ya que no conseguía adaptarse a la penumbra del lugar.

-Contestando a tu pregunta, Paul... No fui yo. Pero a mi crystal también llegó una porción bíblica censurada -escribió Zacarías-. Una de Apocalipsis, sobre la caída de Babilonia... y me dejó sumamente intrigado. ¿Quién podía estar hackeando mi crystal y, para mayor complicación del asunto, mandándome una cita bíblica censurada? Evidentemente no eran Los Arcanos. Y pensé: se trata de Los Inconformes... Pero ya veo que me equivocaba.

-¡No puede ser! -exclamó Paul en voz alta.

-Estábamos seguros de que habías sido tú -dijo Serena, también audiblemente.

-Lo siento -respondió Zacarías con su voz, encogiéndose de hombros, y prosiguió escribiendo en el crystal de Paul-. Ignoraba que más gente había recibido algún mensaje, y ya veo que no cualquier tipo de gente. 



Los tres se quedaron en silencio unos segundos hasta que Paul y Serena se miraron y no pudieron silenciar su descubrimiento.

-¡Gente de fe sesasenia! -dijeron a la vez.

Zacarías compartió la lógica del matrimonio y lo expresó dando unos golpecitos en el suelo metálico con su viejo bastón.

-Estamos ante un hecho insólito. Una persona o una entidad se ha querido comunicar con varios de nosotros -escribió nuevamente Zacarías.

-Te hemos metido en un gran compromiso, Zacarías -dijo Paul en voz alta.

-¿Te han explicado ya el motivo de tu captura y de traerte a la colmena? -preguntó Serena.

-Ya he tenido el gusto –dijo el anciano, entrecomillando lo de “gusto”- de conocer a Pirro y a Séneca. Ulises, el que me secuestró, era más amable que ellos, que no es mucho decir.

-Lo sentimos, Zacarías -lamentó Paul sinceramente.

-Tranquilos, ya era hora de que alguna cosa rompiese mi monótona existencia. Yo pensaba que sería la visita de doña Muerte... Así que, conocer a Los Inconformes, la aventura del viaje secreto, veros de nuevo después de tantos años y estar en una reunión presencial, en lugar de en una maldita iglesia por ondas, con la ridícula Biblia Summa... Creo que he salido ganando...


Paul y Serena sintieron alivio al comprobar que Zacarías Luzón no había perdido el buen humor ni su auténtica fe sesasenia.

-¿Te han explicado el plan de averiar los crystales de la península? -quiso saber Paul.

-Sí.

-¿Y puedes hacerlo? -dijo Serena con ansiedad.

-Y del mundo entero también, si me lo piden -contestó Zacarías.

-¿Lo vas a hacer? Quiero decir... -razonó Paul- Después de ponerte los tapetum lucidum para la visión nocturna, y modificar tu estómago y pulmones... Porque a la colmena se entra, pero ya no se sale.

-Me temo, mi querido amigo –dijo Zacarías con amabilidad-, que tendré que seguir conectado al oxígeno y como un humilde topo enceguecido... Ya les he explicado a los patriarcas que mi corazón no resistiría un paso por quirófano. Si pudiese ser operado no llevaría este gastado bastón.

Paul y Serena se miraron compartiendo el mismo sentimiento de culpabilidad. Eran responsables de que aquel viejo ingeniero acabase sus días a setecientos metros de profundidad, en una mina del desierto de la República Ibérica.

-Que Dios nos perdone –se disculpó nuevamente Paul.

-Y tú también, Zacarías... Perdónanos -dijo Serena.

-Dejaos de disculpas... Esta es una oportunidad única de hacer algo bueno por la Humanidad, antes de morir.

-¿A qué te refieres? -inquirió Paul.

Zacarías hizo una señal al matrimonio para que leyeran en su crystal lo que iba a escribir:

-Con la misma tecnología con la que Los Inconformes me dan la posibilidad de hackear los crystales, podríamos averiguar a cuántos sesasenios más les ha llegado un texto semejante al nuestro -escribía Zacarías desde su diadema-. Y, antes de bloquear los dispositivos, como quieren Pirro y Séneca, podría mandar un mensaje a nuestros hermanos en el que, por ejemplo...

-¡Les pasemos nuestra ubicación, les invitemos a llegar hasta aquí y les pidamos el quedarse con nosotros! ¡Y formar una verdadera iglesia sesasenia! -lo interrumpió Paul escribiendo a toda velocidad en el crystal que leía Zacarías.

-¡Exacto! El riesgo es muy grande -añadió Zacarías-, pero yo no tengo ya mucho que perder.

Paul miró a Serena y le pidió que leyera en el dispositivo que tenía Zacarías la descabellada idea de reunir a todos los sesasenios ibéricos en la colmena. Ella tomó el crystal de las manos del anciano, leyó el plan y, cerrando los ojos en señal de encomendarse al Cielo, dio el visto bueno asintiendo tres veces y le devolvió la lámina de transcato a Zacarías.

-Nosotros estamos dispuestos -escribió Paul-. Una reunión presencial, con verdaderos sesasenios, bien merece asumir cualquier riesgo.

-¡Una reunión presencial, con verdaderos cristianos! -volvió a escribir Zacarías-. ¡Desde luego que será mejor que lo que he visto hoy aquí! -exclamó audiblemente-. Salvo vosotros dos, si juntas a todas las personas que cantaban en esta capilla no haces un cristiano de los de antes.


CONTINUARÁ.


Juan Carlos P. Valero.

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