Vivir bajo la mirada del Cielo




VIVIR BAJO LA MIRADA DEL CIELO: 

 

1. INTRODUCCIÓN 

Ayer iba caminando, realmente era un paseo de oración, y lancé un chicle a la basura, solo que no logré que entrara, sino que se quedó en el suelo (suelo muy sucio, por cierto, también). Como llevaba un buen ritmo de paseo seguí de largo diez pasos, hasta que tuve que detenerme, dar media vuelta, regresar al contenedor de la basura y echar correctamente el chicle. 

 

Me ha pasado otras veces algo parecido. En otras ocasiones ha sido la voz del Espíritu Santo la que me ha hecho regresar para limpiar la calzada de una basura que yo no he dejado en la acera o para pedir perdón a alguien por no haber sido lo debidamente educado o para colocar bien algo en la iglesia, aunque yo no lo he desordenado. Sin embargo, en esta ocasión lo que me hizo dar media vuelta no fue la voz del Espíritu. Fue, más bien, una conciencia de que mi paseo estaba transcurriendo bajo la mirada del cielo. Quizás la mirada de una multitud de espectadores celestiales que me estaban observando y que sentirían una decepción de que yo dejase mi chicle allí tirado. Algo así como una pobre actuación para un noble de Cristo. Algo que no es digno de un siervo de Dios. 

 

El texto que me vino fue el de que hay una gran nube de testigos que están contemplando nuestra carrera (Hebreos 12:1-2).  

 

A continuación, me pregunté: ¿Realmente los santos de la antigüedad nos están observando? ¿Los que están en el cielo pueden estar viéndonos? ¿O es simplemente un estímulo para nosotros al sentir que corremos en el mismo estadio en el que ellos compitieron? 

 

2. ESTUDIARÉ CON VOSOTROS EL PASAJE: 

 

Hebreos 12: 1 y 2. Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual, por el gozo puesto delante de él, sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.  

 

i. EN DERREDOR: Perikeimai. Rodeados, derredor. 

ii. NUBE: Nephos. Nube, multitud, gran compañía. 

iii. PACIENCIA: Hupomoné. Resistencia, firmeza, paciencia, perseverancia. 

iv. AUTOR: Archégos. Autor, príncipe, fundador, líder, originador, pionero. 

Hechos 3:15; Hechos 5:31; Hebreos 2:10. 

v. CONSUMADOR: Teleiótés. Consumador, el que acaba, el que lleva a madurez. 

 

Del comentario bíblico Matthew Henry: 

 

Lo primero que notamos es ese “Por consiguiente”. Es una continuación del capítulo anterior. Ha mencionado una serie de testigos de la fe, en Hebreos capítulo 11, tan grande que los compara a una nube, metáfora usada en todos los tiempos para designar una gran multitud.  

 

Estos testigos de la fe aparecen aquí rodeándonos. Discuten los autores si dentro de la metáfora estas personas aparecen simplemente como testigos de la fe o como espectadores de nuestra carrera. ¿Qué ocurría en las carreras olímpicas, de donde el autor sagrado ha sacado el símil? 

 

Dice J. Brown. “Una multitud casi increíble, procedentes de todos los estados de Grecia y de las comarcas circunvecinas, asistían a estos juegos como espectadores. Los jóvenes más nobles de Grecia actuaban en la competición. En la carrera, se señalaba un determinado trayecto que los candidatos habían de cubrir para adquirir pública fama y al final del trayecto se erigía un tribunal, donde se sentaban los jueces, hombres que en años anteriores habían sido ellos mismos competidores que habían obtenido los honores olímpicos. Los vencedores en la carrera de la mañana no recibían sus premios hasta la tarde, pero después de sus ejercicios se unían al grupo de espectadores y miraban, mientras otros proseguían los mismos arduos trabajos que ellos habían llevado a cabo”.  

 

El Tribunal será el de Cristo. Y seremos premiados tanto los de épocas anteriores como los de los últimos tiempos. En ese sentido, sí que habrá una gran nube de testigos de cómo hemos corrido y si el juez (Jesús) está contento con nosotros. 

 

Pero lo más importante para correr bien esta carrera es tener los ojos fijos en Jesús, a quien el autor sagrado describe como pionero y perfeccionador de la fe. Es el vocablo archégosJesús vendría a ser el que inicia y abre el camino de nuestra firme confianza en Dios y el que lleva a la consumación esta misma confianza, dándonos, con su ejemplo, la garantía de la victoria final.  

 

Como lo hizo en su vida, iniciar y consumar la fe, lo quiere hacer en la nuestra. ¿Qué juez baja a correr la carrera contigo? Solo Jesús, quien quiere que todos seamos vencedores. 

 

A causa del gozo puesto delante de sí. La psicología de Jesús, como toda psicología humana, reaccionaba al estímulo de las motivaciones. La diferencia a favor de Cristo estaba en la constante y total llenura del Espíritu, por el que se dejaba conducir indefectiblemente. El Espíritu le animaba y fortalecía en el duro y áspero camino a la cruz, poniéndole delante la exaltaciónel estar sentado a la derecha del trono de Dios, y la satisfacción que había de experimentar al ver el fruto de su aflicción.  

También el Espíritu lo quiere hacer en cada hijo de Dios. Aunque sea duro el camino, Él nos anima poniendo delante de nosotros el gozo de la recompensa. 

 

De William Barclay, comentario al Nuevo Testamento, volumen 13. Hebreos.  

 

1. En la vida cristiana tenemos una meta: 

El cristiano no es un paseante, no es un turista, sino un peregrino que siempre va de camino. La meta es nada menos que la semejanza con Cristo. En la vida cristiana tenemos un ejemplo, que es el mismo Jesús: Lo soportó todo. Para llegar a la victoria tenía que pasar por la cruz. Jesús era sensible. Y la cruz era algo humillante, reservado para los peores criminales y para los que la sociedad consideraba escoria. Pero Jesús la aceptó. Felipe Neri aconsejaba: Spernere mundumspernere te ipsumspernere te sperni”. “Despreciar el mundo, despreciarte a ti mismo y despreciar el hecho de que te desprecian”. Si Jesús lo pudo soportar, nosotros también podremos con su ayuda.  

 

2. En la vida cristiana tenemos una inspiración: 

Estamos inmersos en una nube invisible de testigos. Testigos porque han testificado de su fe en JesucristoEl cristiano es como un corredor que compite a la vista del público, y esos espectadores son los que han ganado la corona en ocasiones anteriores. 

 

En la gran obra Tratado acerca de lo sublimeatribuida a Longino, hay una receta para la grandeza en la empresa literaria. Dice Longino: Es bueno formar en nuestras almas la pregunta, ¿cómo habría dicho esto Homero? ¿Cómo lo habrían elevado Platón o Demóstenes al nivel de lo sublime? ¿Cómo lo habría incluido Tucídides en su historia? Porque cuando los rostros de estas personas se nos representan, en nuestro deseo de emularlos… iluminan nuestro camino y nos elevan el estándar de perfección que nos hemos imaginado en nuestras mentes. Y aún sería mejor que sugiriéramos a nuestra inteligencia, ¿cómo le sonaría esto a Homero, si estuviera aquí presente, o a Demóstenes? ¿Y cómo habrían reaccionado? Realmente, sería la prueba suprema el imaginar tal tribunal y audiencia para nuestras producciones personales, y, con la imaginación, someter muestras de nuestros escritos al criterio de tales maestros 

 

Un actor representaría su papel con doble autenticidad si supiera que le está escuchando entre los espectadores un famoso maestro del arte dramático. Un atleta se esforzaría doblemente si supiera que el estadio está lleno de famosos campeones olímpicos que están allí para presenciar su actuación. 

 

3. En la vida cristiana necesitamos entereza o aguante: 

Eso es lo que quiere decir entereza inalterable. La palabra hupomoné’ no se refiere a la paciencia que acepta las circunstancias, sino a la que las domina. La determinación, que persiste en el esfuerzo y rechaza el desánimo. Es una entereza inalterable que se mantiene hasta alcanzar la meta.  

 

4. En la vida cristiana tenemos una presencia, la presencia de Jesús. 

Que es, al mismo tiempo, la meta y el compañero de viaje. Hacia el que nos dirigimos y con quien vamos. Lo maravilloso de la vida cristiana es que proseguimos adelante, rodeados de santos, sin interés en nada más que en la gloria de la meta, y siempre en compañía del que ha recorrido el camino y alcanzado la meta, que nos espera para darnos la bienvenida cuando lleguemos al fin de la carrera. 

 

3. ¿NOS MIRAN HOMBRES Y MUJERES DESDE EL CIELO? 

 

Recomiendo el sitio web (y la app) Got Questions, en la que se contesta a multitud de preguntas bíblicas que todos nos hacemos. En esta ocasión podemos echar mano de este artículo:  

 

Pregunta: "¿Puede la gente que está en el cielo mirar hacia abajo y vernos a quienes aún estamos en la tierra?" 
 
Respuesta: Algunos ven en Hebreos 12:1 la idea de que la gente en el cielo podría mirar hacia abajo y vernos: "Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos…". Los "testigos" son los héroes de la fe mencionados en Hebreos 11, y el hecho de que estemos "rodeados" de ellos lleva a algunos comentaristas a entender que esos héroes (y posiblemente otras personas) nos miran desde el cielo. 
 
La idea de que la gente está mirando desde el cielo para ver lo que estamos haciendo es común en la cultura popular. Pero, por mucho que nos guste la idea de que estamos siendo observados por nuestros seres queridos que ya han muerto, eso no es lo que Hebreos 12:1 enseña.  
 
La interpretación correcta de Hebreos 12:1 es que los hombres y mujeres que forman la "gran nube de testigos" son testimonios del valor de vivir la vida por la fe. Parafraseando el comienzo de Hebreos 12:1, podríamos decir: "Puesto que tenemos tantos ejemplos probados y verdaderos de fe corramos con paciencia la carrera...". Así que no es que la gente esté en el cielo mirándonos (como si nuestras vidas en la tierra fueran tan interesantes o ellos no tuvieran nada mejor que hacer), sino que los que nos han precedido, nos han dado un ejemplo duradero. La historia de sus vidas (Hebreos 11) da testimonio de la fe, de Dios y de la verdad, y es un verdadero estímulo para nosotros. Somos inspirados a permanecer en nuestra propia carrera de la fe. Seguimos los ejemplos de Abraham, Moisés, RahabGedeón y tantos otros. 
 
Algunas personas señalan la mención que el hombre rico hace de sus hermanos en Lucas 16:28 como prueba de que las almas que han partido (en el Hades, por lo menos), pueden ver los eventos en la tierra. Sin embargo, el pasaje nunca dice que el rico pudo ver a sus hermanos; sabía que tenía hermanos, y sabía que eran incrédulos. También, algunas personas usan Apocalipsis 6:10 como texto de prueba: los mártires de la tribulación claman a Dios para vengar sus muertes. De nuevo, este pasaje no dice nada respecto a que los mártires ven a la gente en la tierra; simplemente dice que ellos sabían que merecían justicia y deseaban que el Señor hiciera algo. 
 
La Biblia no dice específicamente que la gente en el cielo no puede mirarnos, así que no podemos ser dogmáticos. Dios puede hacer una excepción y dejar que algún ser querido vea algo o que los santos de ayer presencien un hecho puntual. Sin embargo, lo normal es que la gente en el cielo está tan ocupada alabando a Dios y gozando de las glorias del cielo, que realmente no tendrán interés en lo que está sucediendo aquí en la tierra. 
 
Ya sea que la gente en el cielo pueda o no mirar hacia abajo y vernos, Hebreos 12:2 mantiene nuestro enfoque donde debe estar: "Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe".  

 

Entonces, lo del estadio y que estamos siendo observados por una gran nube de testigos es un lenguaje figurado, igual que la expresión de “os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles… a los espíritus de los justos hechos perfectos…” (Hebreos 12:22-23). Literalmente no nos hemos acercado a Sion la celestial o a la Jerusalén de arriba o a los espíritus de los que ya están en el Cielo. Pero en un sentido metafórico sí porque llegará el día en el que ese será nuestro hogar y ahora el pasaje nos recuerda que somos peregrinos y que hacia allá estamos dirigiendo el viaje, como lugar de destino. 

 

 

Hebreos 12: 1 y 2. Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos… corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe… 

 

-Es como una carrera de relevos: tomo el testigo de manos de otros que han corrido de forma sublime, como los héroes de la fe. 

 

-O como el jugador de un gran equipo, que dice, “estoy jugando en el mismo estadio que Di Stéfano o que Johan Cruiff”. O llevo la misma camiseta, de la Selección Española de Fútbol, la misma que se ciñó ArconadaButragueño, Raúl o Iniesta. ¡Qué gran honor y qué demanda tan alta! 

 

 

4. EN CONCLUSIÓN: 

 

Vivir bajo la mirada del Cielo es vivir bajo la mirada de Jesús. Él sí que cruza nuestra mirada con la suya. 

 

Por otra parte, llegará un día en el que seamos parte de esta gran nube de testigos. Que tengamos la dignidad para ser contados con ellos. Dice de ellos: “De los cuales el mundo no era digno” (Hebreos 11:38). 

 

Que sus testimonios de vida y fe nos inspiren. Que sigamos el legado que hemos recibido. 

 

 

¿Seremos nosotros también intrusos en la lista del cielo? 

Todos los hombres de la Biblia y todos los siervos de Dios en la historia han sido imperfectos y con sus debilidades. Pero su fe en el Señor y las consecuencias de esa fe los convirtieron en grandes personas. ¿Podríamos nosotros entrar a esa lista de campeones de la fe? 

 

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