Una palabra predicada en El Amanecer de la Esperanza, en Nueva York, y con la que aprendemos sobre los despertares en Dios para ser, después, despertadores de otros.
Creo que Dios está trayendo un avivamiento de santidad a través del llamado de su palabra. Una predicación de fuego que nos confronta con nuestro pecado para que volvamos a la senda de la rectitud.
Veo que hay Esdras por aquí y por allá; esparcidos por Dios entre el campamento cristiano español para ser despertadores; para contagiar santidad.
El Señor tiene un gran celo por su casa y la está limpiando de inmundicia, comercio, gloria humana y mundanalidad, para que pueda agradarse en ella y llenarla de su gloria.
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