Soliloquios #49

Soliloquios #49
¿Volverá Jesús en nuestra generación? 

Soliloquios 


Si hoy te preguntase, ¿crees que Jesús volverá en esta generación? ¿Qué me contestarías?  

Hice una pequeña encuesta entre la audiencia de Radio Vida y el 60% creían que aún no, por dos razones: la primera es que todavía muchos han de convertirse; y la segunda, que vendrá a buscar una iglesia gloriosa y no se parece del todo a lo que vemos hoy en el cuerpo de Cristo. Los argumentos del 40% restante, es decir, aquellos que creen que Jesús volverá en breve, en esta generación, eran muy interesantes. El versículo de que este evangelio del reino será predicado a toda nación y entonces vendrá el fin (Mateo 24:14). Opinaban que eso está prácticamente cumplido. También justificaban su convicción con el hecho de que casi todas las profecías acerca de su venida se han cumplido; y que el poder destructivo del hombre es tal, por el aumento de la maldad y los avances de la ciencia, que esta historia no da mucho más de sí. Y tú, Juan Carlos ¿qué piensas tú? 

Te contestaré con el pronóstico del tiempo. La meteorología es una ciencia que ha avanzado a extremos tales que la probabilidad de acierto es de un 80% o 90% a medida que nos acercamos al día del que nos queremos informar. Pero imagina que en la app del Tiempo nos dicen que hay un 50% de probabilidades de que llueva. ¿Verdad que este pronóstico afectaría a tus planes de ir a comer al campo, o de llevar o no paraguas o ponerte una determinada ropa? Pues así me encuentro yo en este momento. Cincuenta, cincuenta.  

Por una parte, totalmente de acuerdo en lo de que todavía el Señor tiene que salvar a muchos y cumplir algunas profecías, o levantar una iglesia gloriosa. Por otra parte, cuando pienso en su primera venida, me sorprende el hecho de que los religiosos tenían una forma de interpretar la Biblia que los llevó a creer que Jesús no podía ser el Mesías. Y ahí tienes a Israel, la mayoría de los judíos sigue esperando que venga el que ya vino. Quizás, lo que yo calculo que puede tardar mucho en producirse, Dios lo hace en pocas semanas y viene el fin. Entonces, mi escatología se verá confirmada, porque el Señor me mostrará que se han cumplido todas las profecías de su regreso, solo que de forma espiritual o diferente a como yo pensaba que sería.  

“¡Hipócritas! Sabéis examinar el aspecto de la tierra y del cielo; entonces, ¿por qué no examináis este tiempo presente?” (Lucas 12:54-59 LBLA). 

Cuando Jesús nos manda a examinar el tiempo presente con la misma precisión con la que nos anticipamos a la meteorología, hay que subrayar que Él no dijo que seamos como los presentadores del tiempo, anunciando que vendrá pronto o más tarde. Jesús dijo el “tiempo presente”. ¿De qué es tiempo hoy? ¿Qué espera el Señor que hagamos ahora, en esta temporada? Y recuerdo cuando los discípulos tuvieron esa inquietud legítima de preguntarle al Señor, ya resucitado, “¿restaurarás en este tiempo el reino a Israel?” (Hechos 1:6). Es muy parecido a preguntarnos, ¿volverá en esta generación? Y Jesús les contesta sin ambages: “No os corresponde a vosotros saber los tiempos ni las épocas que el Padre ha fijado con su propia autoridad; pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros; y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra” (Hechos 1:7-8). Es decir, les remitió a obedecer la instrucción del presente. ¿Qué debían hacer ellos en ese momento?  

“Y reuniéndolos, les mandó que no salieran de Jerusalén, sino que esperaran la promesa del Padre: La cual, les dijo, oísteis de mí; pues Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de pocos días” (Hechos 1:4-5). Una vez capacitados con esa llenura podrían hacer lo que a ellos les tocaba hacer en su generación.  

Jesús llamó hipócritas a los de su día, porque aparentaban ser algo que no eran. Me explico. Parecían ser sabios, porque podían anticiparse al clima del futuro, pero realmente eran necios, ya que no entendían su situación presente y lo que Dios esperaba de ellos. ¿Nos diría hipócritas a nosotros hoy? Creo que a la humanidad en general sí. Somos capaces de pronosticar ciertos acontecimientos naturales (como la meteorología) o sociales y económicos con enorme acierto, sin embargo, no podemos entender el llamado actual, el kairós presente, que nos invita a arrepentirnos y a ponernos en paz con Dios (Lucas 12:58).  

Ahora bien, así como un 50% de probabilidad de que llueva afecta a ciertos planes o formas de vestir, un 50% de posibilidad de que venga Jesús nos debería bastar para vivir en una sana disciplina espiritual:  

Alertas: Mateo 24:43, Marcos 13:33 y Lucas 21:34. 

Velando y orando: Mateo 24:42, Marcos 13:35-37 y Lucas 21:36. 

Con aceite en la lámpara: Mateo 25:1-8 y Lucas 12:35. 

Siendo fieles al Señor y a su Gran Comisión: Lucas 16:11-12, Mateo 28:16-20. 

O cuidando de sus negocios: Lucas 12:37-38. 

Recordemos que todas esas parábolas fueron contadas a sus discípulos, y que ellos habían de esperar la pronta venida de su Maestro y tener una sensación de inmediatez en el cumplimiento de las profecías. ¿Cuánto más nosotros?  

Una última consideración sobre el regreso de Cristo: ¿Te has dado cuenta de que la mayoría de los que anuncian con más vehemencia que Jesús viene son mayores de 60 años? Consciente o inconscientemente, los más jóvenes ven más lejana la Parusía, la aparición del Señor en las nubes. Y, por el contrario, aquellos que han vivido más parece que dicen con mayor alegría, “¡Maranata!”. 

Mi conclusión es esta: deseemos su venida; estemos preparados para el fin de todo; no ignoremos que lo que puede tardar para el hombre mucho, para el Señor es un pestañeo, porque para Él un día son mil años y mil años un día (2ª Pedro 3:8); y, al mismo tiempo, amemos la tierra y sirvamos al propósito de Dios en nuestra generación (Hechos 13:36) como si faltasen dos milenios más para su regreso. Eso traerá un balance entre tensión santa (porque el fin se acerca) y esperanzas de un mundo mejor, a la vez. Luchar por lo que les dejamos a nuestros nietos o bisnietos; sin dejar de mirar al cielo, como el que va a ser arrebatado en cualquier momento. ¿Tienen cabida ambas actitudes en el cristiano? Yo creo que sí. 

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