Poema: Una visita especial
El otro día nos visitó la prima.
Llegó cuando nadie esperaba.
Bueno, sentimos que algo cambiaría:
aquella mañana pintada en ceniza
supimos que Dios sonreía.
Tras el aguacero noble,
que tornó valle verde un sequedal,
las nubes al fin se rindieron
y dejaron al paciente sol reinar.
Como si fuese parte de la fiesta
tocó a la puerta la prima.
Entró sonriente, como siempre,
vestida de atuendo colorido.
Dijo que arribaba de improviso
por una llamada celestial.
En una mano el almuerzo,
en la otra diez narcisos,
se ciñó pantuflas, delantal,
y mientras la olla tiritaba
la prima cantaba, barría,
fregaba, ordenaba...
¡qué forma tan solaz de trabajar!
–¡Quédate tranquila a morar,
tenemos lugar para ti!
–Para siempre, ciertamente, no puedo.
Mi esposo no lo va a permitir.
Pero una temporada me siembro
y en verano tendré que partir...
Al invierno siguiente, mi esposa, la estéril,
mellizas rollizas en mis brazos dejó.
Gloria y Esperanza, así las llamamos,
y el marzo pasado, esta vez con marido,
la querida prima Vera y el Rey de los Cielos
con paz y con gracia las quiso bendecir.
Con la prima renovamos el nido.
La casa de luz se llenó.
Quizás, solo para eso ella vino,
a impartir ganas de vivir.
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