Poema: El contacto de tu mano
Jesús, no sueltes mi mano
que sin tu contacto caigo.
¿El peligro? ¿Negarte? Ya no.
Es deslizarme al abismo,
al vacío de mi existencia,
allí donde la soledad tiene
fuerza de Leviatán y sombras:
lúgubres formas proyectadas por alas,
ángeles caídos, desgraciada tiniebla.
Aprieta fuerte mi mano, Señor,
que tu presencia a mi lado
aleja fantasmas del pasado,
me infunde cálida paz, y abrigo...
Hay frío, pero ya no vence.
Hay guerra, mas no me envuelve.
El mundo sigue girando, frenético,
mareando a sus moradoressin que nadie gobernarlo sepa.
Yo también siento náuseas...
Aprendí a caminar aferrado
cual padre con niño a tu mano.
No dejes, Señor, que deje de tocarte,
pues tu virtud es mi resistencia.
Dicen: “¡Los últimos tiempos!”.
Yo también lo pienso, entonces,
¡probados seréis moradores del orbe!
Maldad veremos y engaño sin par.
Recuerda que prometiste estar
todos los días hasta el fin.
¡Lidéranos! ¡Te necesitamos aquí!
Si batallo tras tu bandera,
quizá perezca, por seguir la idea
y no la misma presencia: ¡Tú!
¡Tú, a la cabeza y a la diestra!
¿Resisto fiel y cada día firme,
en mi lugar asignado, al frente?
¡Es por tu mano! Hoy en mi mano,
mañana en mi frente, pasado sentir
en mi hombro tu tacto elocuente:
“¡Estoy aquí! ¿No lo ves? ¡Y seguiré!”.
Oigo estallidos de bombas,
gemidos de madres y lamentos,
niños que sufren la barbarie.
Tu tum, tu tum, tu tum...
El latir de tu corazón aparece.
Se hace presente, cadente,
inmanente. Me serena...
¿La dicha de todos?
¡Que todos lo sientan!
En Murcia, a 25 de octubre de 2024
Juan Carlos P. Valero
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